Tallando el alma

Es difícil explicar la sensación que provoca el extraer el alma de una madera tallando a golpe de gubia. Alejados de producciones en serie y procesos automatizados, en nuestro taller seguimos esculpiendo de la misma forma que lo hacían hace siglos artistas y escultores.
Quien tiene sensibilidad, sabe de lo que hablamos.

Miguel Angel, Rodin, Bernini, Donatello, Giacometti… podríamos seguir con una lista innumerable de artistas que han utilizado la escultura como una manifestación artística. No sabemos exactamente cuándo comenzó el tallado. La madera por su naturaleza no nos ha dejado muchas pruebas para datar el uso de las primeras tallas; ya que la exposición a los elementos climáticos y el ataque de hongos y fuego hace que, para conseguir sobrevivir durante siglos, mantenga condiciones muy favorables. Aun así, sabemos que nuestros antepasados la utilizaron al igual que colmillos de marfil de mamut, cornamentas de renos y huesos de animales.

Desde nuestros comienzos nos afirmamos a la idea de trabajar entonces este material, que libre de savia, jubilada de todo humor y proceso bioquímico, conserva a través de sus vetas y nervaduras un vínculo con su pasado salvaje.

Al hacerte con una de nuestras tablas estas formando parte de un ciclo, en el cual la madera, después de años de vida, pasa a ser un objeto de cariño y colección; colaborando con el control medioambiental protegido y dándole el valor a la creación natural.

Ahora, al igual que desde los inicios del tallado, en Long Days Longboards seguimos extrayendo de la madera, el alma que encierra, volcando así nuestro lado más creativo, para dejar expuesto el corazón de nuestras tablas.